sábado, 22 de febrero de 2014

Una breve historia de casi todo: 7) Cuestiones elementales

¡Hola a todos! Esta semana me ha tocado a mi hacer el resumen del capítulo 7) cuestiones elementales. Así que allá vamos:

El capítulo 7 Bill Bryson hace un recorrido de la historia de la química desde  el año 1661, año en que Robert Boyle publica El químico escéptico, hasta la muerte de Marie Curie en 1934. Una de las etapas más increíbles en la historia de la química.

Que acertado el título de la obra de Boyle: El químico escéptico. Acertado porque ese escepticismo es en mi opinión lo que convertiría a la química en lo que es hoy en día. En un primer momento ayudó a "destilar" de la alquimia todo aquello que daría forma a esa gran ciencia que es hoy día la química y dejar atrás muchas de las impurezas que la alquimia, como protociencia que era, contenía. En sus inicios la química se tambaleaba con descubrimientos accidentales como el del fósforo, hecho por un Henning Brand que buscaba la ansiada transmutación alquímica del oro, con el gran fundamento de que tenían el mismo color.

Bill Bryson pasa a hablar a continuación de Carl Scheele, o como Isaac Asimov lo llamaba "hard-luck Scheele". Y así era porque el pobre hombre descubrió ocho elementos (cloro, flúor, manganeso, bario, molibdeno, tungsteno, nitrógeno y oxígeno) por su cuenta y no se le dió reconocimiento por ninguno de ellos.Estamos ya a mediados del siglo XVIII, y la química sigue siendo una ciencia impura, el propio Scheele muere por uno de los hábitos que aún tenían muchos químicos: probar un poco de todo con lo que trabajaban.

También se mantenía la creencia en la existencia de un fluido elástico, que lo impregnaba todo, y que era el causante de la combustión: el flogisto. También se creía aún en éter vital capaz de hacer que los objetos inanimados volviesen a la vida. Y así, Mary Shelley, encontró un argumento para su gran obra Frankestein. A esta parte Bill podría haber dedicado un capítulo entero, se echa de menos a Volta y a Galvani. Pasa de puntillas por el gran personaje que fue Humpry Davy. Echo de menos a Volta y Galvani cuando habla del vitalismo.

Bryson pasa directamente a hablar de otro de los "padres" de la química, Lavoisier, y nos habla de otra de las grandes obras de esta ciencia Método de nomenclatura química. Tal y como dice Lavoisier:

Las lenguas no solo tienen por objeto, como se cree comúnmente, expresar por signos las idéas e imágenes; sino que además son verdaderos métodos analíticos con cuyo axilio procedemos de lo conocido a lo desconocido, y hasta cierto punto, al modo de los matemáticos.

Una parte de las expresiones que se sirven en la química las introdujeron los alquimistas haciendo uso de un lenguaje enigmático, en el que el por ejemplo un pelícano era un vaso para destilar, o el caput mortuum el residuo de una destilación.  Para solucionar este embrollo se creó un método de nomenclatura básico, que aún sigue usándose hoy día, y que ha dado lugar a la nomenclatura conocida como tradicional. Como dice Bryson ayudó a introducir rigor, claridad y método en la química.

Según Bryson la química iba a la zozobra a principios del sigle XIX hasta que apareció otro de los más grandes e interesantes personajes de la historia de la ciencia: Benjamin Thomson, el conde de Rumford. Espía, científico, militar, noble, nada se interpuso entre él y el éxito. Sus hazañas van desde desechar completamente la teoría del flogisto, estudiar la circulación de las corrientes marinas, llevar el cultivo de las patatas a Baviera y fundar en 1799 la Royal Institution en Londres.

A esta institutución la  pertenecería después Humphry Davy, posiblemente uno de los más grandes divulgadores de la historia de la química, también conocido como el galán de la química por que más de la mitad de su auditorio eran mujeres, o como lo presenta Oliver Sacks en el Tío Tungsteno, un químico poeta. Descubridor de los elementos potasio, sodio, magnesio, calcio, estroncio y aluminio. Aunque tal y como él decía, su mayor descubrimiento fue Michael Faraday, al que fichó como su ayudante. No me gustó el comentario de Bill Bryson: "Había, por suerte, gente más sobria trabajando en otros sitios". 
Comentario tras el que pasa a hablar del cuáquero Dalton y su predicción de la naturaleza del átomo. Poco acertado en mi opinión, no me parece una manera adecuada para terminar de hablar de uno de los más grandes.

En la creación de esos cimientos sobre los que se construiría la química tal y como hoy la conocemos pasamos por Amadeo Avogadro, cuyas aportaciones ayudarían a que la química se convirtiese en una ciencia cuantitativa, aunque sus aportaciones no llegaron a tener el impacto deseado hasta que en el Congreso de Kalsruhe de 1860 por fin Cannizaro abriese los ojos a todos los presentes, entre otros, a Lothar Meyer, codescubridor de la tabla periódica junto con Mendeleiev. Estos cimientos unidos a las aportaciones de Berzelius dio las bases sobre la que creció nuestra amada química, aunque aún quedaba una aportación que permitiría conocer  más la naturaleza de los átomos.

Así cuando Becquerel dejó en 1896 un paquete de sales de uranio en un cajón encima de una palca fotográfica enrollada y vió que la placa tenía una impresión en ella, descubrió que las sales emitían algún tipo de rayos. Rayos que estudiaría una estudiante muy avanzada: Marie Curie, descubridora de la radioactividad, fenómeno que permitiría descubrir que en cierto modo la transmutación alquímica era posible.  Esta radioactividad fascinó a Ernest Rutherford, y se preguntó si la emisiónd e calor que tenía asociada podríanser el origen del calor de la Tierra. Y así, con esta estimación hecha por Rutherford sobre la edad de la Tierra pone fin al capítulo Bryson.

En mi opinión este capítulo es demasiado breve. Ya sé que el título del libro es Una breve historia de casi todo, pero ¿no se habrán perdido demasiadas cosas por el camino? Echo de menos un trato mucho más amable a Scheele y a Humphry Davy. Las teorías del flogisto y del éter, fundamentales para entender la evolución en el modo de pensar científico tampoco creo que sean tratadas como es debido.

Y a partir de aquí todas mis preguntas para animaros a comentar:

  • ¿No os parece excesivo este resumen? ¿O tal vez este es el modo adecuado de presentar la ciencia a un público más general de manera que les sirva como introducción, les pique el gusanillo e investiguen más por su cuenta? 
  • ¿Qué os ha llamado más la atención en este capítulo? 
  • ¿Echáis de menos a algún otro químico protagonista en este período? 
  • ¿Destacaríais alguna otra faceta, anécdota o contribución relacionada con los químicos que Bill Bryson menta en este capítulo?

Pues sin nada más que añadir me despido, ¡un saludo!











sábado, 15 de febrero de 2014

Una breve historia de casi todo: 6) Grandes y sangrientas batallas científicas

Puede que no haya habido nada en la historia natural que haya sido centro de odios más feroces y más duraderos que ese linaje de animales antiguos llamados dinosaurios (#findelacita xD)

Fue a William Smith a quien se le ocurrió usar los fósiles presentes en los estratos geológicos para datar las piedras, y así Bill Bryson nos introduce en la paleontología y en el descubrimiento de los dinosaurios, aunque acabaremos el capítulo sin haber establecido todavía la edad de nuestro planeta. Solo por el título se deduce que vamos a conocer el Lado Oscuro de la Ciencia (de hecho @ScientiaJMLN tiene una serie de su blog dedicada por completo a este tema), y es que la ciencia en cuanto actividad humana llevada a cabo por humanos está sujeta a las vicisitudes más humillantes… Como que el naturalista Buffon sostenga que el continente americano tenía una naturaleza “degenerada”, hecho que afectaba a los animales, pero también a los indígenas sapiens. Mantell descuidó a su familia y a su profesión por conseguir fósiles. Buckland aconsejó mal a Mantell ¿con mala idea? (queda abierto tal cual lo cuenta Bryson) y acabó sus últimos días en un manicomio. Cuvier planteó la teoría de extinciones de las especies, pero debido a sus creencias religiosas intentó acoplar la Biblia y el diluvio descrito en ella a los hechos. La confrontación de Cope y Marsh, que tuvo como efectos colaterales un avance exponencial en la ciencia, pero también numerosos errores como una especie “descubierta” ¡veintidós veces! Hasta la que parece ridícula vanidad de Cope de convertir sus huesos en el ejemplar modelo de nuestra especie. Pero quien se lleva la palma es Richard Owen, que no dudaba en apropiarse de descubrimientos ajenos, y manipular todos sus contactos (muy abundantes) para desprestigiar a los que consideraba sus oponentes, aunque solo fueran jóvenes promesas como el caso de Robert Grant. Quizá la única que se salva de este capítulo es Mary Anning quien hace gala de la paciencia del método científico. ¿Es posible que el descubrimiento de los dinosaurios se retrasara tanto en el tiempo (desde aquel hueso de fémur perdido al primer diente de iguanodonte de Mantell) por todas estas rencillas y defectos personales? Y sin embargo, son como las dos caras de una moneda, porque fue Owen el que popularizó el museo tal como lo conocemos hoy en día, y no como lugar restringido a expertos en el tema; y también fue el que acuñó el término “dinosauria” para todos los fósiles que se estaban encontrando. Cuvier introdujo la idea de extinción, y además es el descubridor oficial del mastodonte (¡ojo, he descubierto que no es lo mismo que el mamut!)

Con todo esto se me ocurren algunos temas, que me gustaría debatir y discutir con todos vosotros:

1. La ciencia como método de conocimiento. A raíz del post de ¿Sabes que la ciencia es diferente?, que seguro que ya conocéis porque nació del anterior libro que leímos y comentamos…, viéndolo con la perspectiva de este comentario de Jose Antonio sobre el sesgo de la investigación (de acuerdo al paradigma esto ya es de José Luis), ¿la ciencia es perfecta? ¿Sois optimistas o pesimistas al respecto, y por qué?

2. Aquí hablábamos de la ecuación de Drake y de la posibilidad de vida extraterrestre. Y sin embargo, leyendo la historia de nuestro planeta, la ¿aparente? contradicción entre la Providencia Divina y un Dios hostil que extermina especies (según la mentalidad de Cuvier y del siglo XIX), eso me ha llevado a pensar en lo “rara” que es la vida, y en que (ya lo dice Bryson en la introducción) es más fácil extinguirse que otra cosa… ¿argumentos que desmonten mi postura, por favor?

3. “Un tanto angustiado por su situación, se le ocurrió la idea de convertir su casa en un museo y cobrar la entrada, dándose cuenta luego, tardíamente, de que ese acto mercenario daría al traste con su condición de caballero, no digamos ya de científico, por lo que acabó dejando que la gente visitara la casa gratis.” Pues, esto me gritaba mientras lo leía: ¡la ciencia tiene que ser pública! Lo que me ha recordado a la charla de Esceptics en el pub a la que asistí: ¿inversión privada vs pública, propiedad intelectual vs…?

4. Me ha llamado la atención que “historia natural” en el siglo XIX era sinónimo de “paleontología”, y de hecho un PhD significa doctorado en filosofía. De hecho, la actual separación de “ciencias” y “letras” creo que viene del mismo siglo. ¿Cómo podemos dar marcha atrás, si es que la marcha atrás es deseable, o bien, qué podemos aprovechar y desechar de lo vivido?



Esta entrada participa en la IX Edición del Carnaval de Humanidades acogido en Ciencia y alguna otra cosa


 

sábado, 8 de febrero de 2014

Una breve historia de casi todo: 5) Los coleccionistas de piedras





Y “Una breve historia de casi todo” empieza con la Geología, en uno de mis dos capítulos favoritos de este fabuloso libro de divulgación.

Me presento, soy Marta Pérez Folgado, geóloga y profesora de instituto, no tengo blog pero si cuenta de twitter (@ikutram) y estáis leyendo el resumen del capítulo 5, “Los coleccionistas de piedras”. Como ya podéis deducir, soy muy fan de este texto, tanto que habitualmente lo he venido mandando como libro de lectura a los alumnos de 4º de la ESO (al menos hasta que RBA decidió quitar la edición de bolsillo, debo decir). A los alumnos les envío un cuestionario que tienen que rellenar. En este quinto capítulo les pido que me comenten lo que les ha parecido más curioso, y por otro lado lo más importante, de cuatro grandes personajes: James Hutton, John Playfair, Charles Lyell y William Thomson (AKA Lord Kelvin).
Frontispicio de la segunda edición americana del libro Principles of Geology (Charles Lyell, 1857), mostrando los orígenes de los diferentes tipos de rocas.

De ellos, y de algún otro, nos habla Bryson en este capítulo, contándonos tanto su papel principal en el nacimiento de la Geología, como otras curiosidades que también conforman su historia, si bien no suelen aparecer en los libros de texto al uso, como la afición de Charles Lyell a sentarse en posturas insólitas cuando estaba pensando, por ejemplo. Los pequeños detalles nos ayudan a recordar los grandes, y es uno de los grandes logros de (no ya este capítulo sino) este libro.

El mayor geólogo del siglo XVIII fue James Hutton, y su libro Theory of Earth marcó todo un hito… ¡aunque casi nadie se lo leyera! Resulta que a Hutton no había quien le entendiera cuando escribía, por muy preclaras que tuviera en su cabeza las ideas sobre los ciclos de erosión del relieve y formación de montañas, y la necesidad de una ingente cantidad de tiempo para que se completaran. Con estas ideas, Hutton era plutonista, claro, y no neptunista. Los neptunistas intentaban la explicar la presencia de fósiles en las más altas montañas por sucesivas enormes inundaciones (neptunista de Neptuno, el dios de los mares). Estas eran las dos facciones enfrentadas en época de Hutton, como luego lo serían el catastrofismo y el uniformitarismo en época de Charles Lyell. Por cierto, si después de leer a Bill Bryson queréis profundizar en las disputas geológicas de los siglos XVIII y XIX os recomiendo el libro “Grandes controversias geológicas” de Anthony Hallam (1985, Ed. Labor).

Afortunadamente para la historia de la Geología, John Playfair era amigo de Hutton, entendía y sabía hacer entender lo que él quería decir, y publicó “Ilustraciones de la Teoría Huttoniana de la Tierra”, a principios del s. XIX, cuando comenzó la verdadera afición por el estudio de la geología. Es increíble como la Geological Society llegó a tener casi 800 miembros en 1830 (todos hombres británicos blancos de buena posición, por descontado), para temor de la Royal Society, y como a las charlas de estudios geológicos asistían miles de personas.

El reverendo William Buckland, de extraña personalidad y más razonable como religioso que muchos creacionistas del siglo XXI, despertó la pasión por la geología en Charles Lyell, para muchos el verdadero padre de dicha ciencia, en algunos aspectos porque consiguió ser mucho más leído que Hutton. Su libro Principles of Geology acompañó a Charles Darwin en su viaje en el Beagle, haciéndole entender el concepto de tiempo geológico, tan necesario para la selección natural, no digo más.

Y aparte de centrarse en los personajes, Bryson nos relata como a lo largo del siglo y gracias a muchísimo trabajo de campo, se va “rellenando” el tiempo y el espacio geológico (con edades, rocas y sedimentos). Se va ordenando y poniendo nombre a eones, eras, periodos y épocas. De las del Cenozoico se encargó el propio Lyell (Oligoceno, Plioceno, Mioceno, Pleistoceno) y otras ya llevaban años establecidas (Cámbrico, Silúrico, Devónico, Jurásico, etc.), a veces después de arduas discusiones. El tiempo es sincrónico, pero las formaciones rocosas no siempre lo son, y menos entre continentes, lo cual complicó el tema considerablemente. Todo ello alrededor del debate de fondo de la edad de la Tierra, que a estas alturas ya estaba claro que debía ser mucha, mucha más de la inicialmente pensada. Desde luego muchíiiiisima más de los alrededor de seis mil años que deducía en 1650 el arzobispo Ussher de la lectura de la Biblia.

Termina el capítulo con la historia de Lord Kelvin, apasionado, longevo e importantísimo científico en múltiples ramas, que, pese a aplicar correctamente el método científico con los conocimientos de la época, erró estrepitosamente en sus cálculos de la edad de la Tierra. Las razones estaban en el desconocimiento de la radioactividad como fuente de calor y el hecho de que éste se trasmite sobre todo por convección y no por solo por conducción como Kelvin pensaba. Su reputación y obstinación en defender sus datos hizo flaco favor al progreso de la Geología y de la aceptación de la Selección Natural de Darwin. La Paleontología casi en bloque le contradecía, no obstante, y de fósiles y sus descubridores irá el siguiente capítulo...
Espero que me comentéis qué os ha parecido a vosotros el capítulo. Un gran saludo.


PD: aprovecho este espacio para presentaros la V edición del Carnaval de Geología, que está abierta hasta el 16 de febrero, y que en este caso se aloja en el blog de @CarolusDixit. Aunque no ha sido idea mía, me parece fenomenal darle promoción por #TertuliasCiencia a los diferentes carnavales ya que en los capítulos de este libro se tratan diferentes ciencias. La (a veces olvidada) geología en general, y estos carnavales blogueros geológicos en particular bien merecen su rinconcito de difusión :)
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PD2 (actualización domingo 9 febrero): esta entrada participa en el V Carnaval de Geología, alojado aquí por @CarolusDixit.

sábado, 1 de febrero de 2014

Una breve historia de casi todo:4) La medida de las cosas

Empezamos el segundo bloque, El tamaño de la Tierra, midiendo. Nos encontramos un ambiente científico en el que la gente está "infectada del deseo de conocer la Tierra". Era una necesidad saber el radio o la masa de nuestro planeta, lo que da un poco de envidia.
Por las páginas que he tenido la suerte de resumir se pasean Halley, Hooke, Newton y Cavendish entre otros.


http://www.todocoleccion.net/seychelles-ano-1986-edmond-halley-sello-usado-yvert-num-598~x23741322http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/5359042/Info-Sir-Isaac-Newton-Biografia.htmlhttp://www.teldeactualidad.com/hemeroteca/noticia/cultura/2011/2/13/2084.html

Me ha llamado la atención el curriculum de Halley, capitán de barco, cartógrafo, profesor, astrónomo, secretario de la Royal Society e inventor entre otras cosas, no paraba este hombre. Pero no descubrió el cometa que lleva su nombre.

He disfrutado con este excelente momento para la historia de la ciencia: la cena de Halley, Hooke y Wren en la que deciden intentar demostrar que las órbitas planetarias son elipses. Algo no muy importante que al final desencadena que un genio comience a publicar sus estudios. La excusa de Robert para no desvelar la demostración y la valentía de Edmun para ir a ver a Newton sin avisarlo (recordemos que tenía un caracter especial) decoran de forma divertida el comienzo de los Principia.
No quiero centrarme en Newton todavía, prefiero darle a Halley su momento de gloria. Después de pedirle a Sir Isaac que le enseñara la demostración de que era la elipse la que marcaba el movimiento de los planetas, continúa alentando las publicaciones de Newton hasta el punto de que lo convence para que termine la obra y paga la edición de los Principia, esto si que lo hace merecedor de pasear su nombre en un cometa.
El libro más importante de la física hasta ese momento no venía solo sino que nos aparece acompñado de las famosas polémicas con Hooke y Leibniz. Con estos antecedentes no es de extrañar que lo escribiese  de forma inaccesible para los no iniciados en las matemáticas a conciencia, caracter que tenía el hombre.
A cambio debemos agradecerle, por poner un ejemplo que no incluya sus teorías, que crease el primer laboratorio en Cambridge.

Tras la publicación del libro se hace más importante para la sociedad del momento conocer las magnitudes de nuestro planeta. Para conocer su masa utilizando la primera ley universal, la de gravitación, basta con encontrar el valor de G y las matemáticas harán el resto. Muestra de la importancia comentada es la colaboración internacional para determinarla, aunque acabase en fracaso.
http://www.zazzle.es/henry_cavendish_f_r_s_diecinueveavo_c_postales-239118793272122436

El éxito en esta empresa fué para Cavendish, consigió la medida con solo un 1% de error y lo hizo público, algo que para él no era nada divertido y por ello muy poco habitual. El listado de desubrimientos que no hizo públicos y que hoy llevan el nombre de su segundo descubridor es impresionante. Hubo que esperar casi un siglo a que Maxwell redescubriera sus resultados y, quiero suponer que para alegría del propio Henry, ya no había forma de que la gloria recayese en él.


Lo que me gustaría debatir choca un poco con la importancia de los momentos recreados en el capítulo, intentaré mezclarlo todo:

Nos encontramos con el gran Newton capaz de lo mejor y de perder años con la alquimia. Vemos la publicación de sus descubrimientos, al igual que los de Cavendish, no era algo fundamental. Ahora si algo no se publica es porque no existe, ningún científico que descubra a demuestre algo comparable al trabajo de estos dos monstruos se lo guarda para si. La era de la comunicación nos permite compartir datos al instante lo que hace que podemas avanzar mucho más rápido. ¿Es posible que en esta sociedad haya un genio que no nos muestre sus descubrimientos?

Las implicaciones científico-religiosas de las Leyes de Newton no son discutibles y su importancia tampoco. ¿Crees que una nueva teoría, por ejemplo de la unificación de interacciones, podría cambiar la visión que tenemos del mundo?

A modo de hilo conductor Bill nos muestra a científicos corriendo aventuras desventuras por todo el planeta, el trabajo de esos sufridos científicos (curiosamente los franceses son los peores parados) pocas veces es reconocido ya que o se les recuerda por sus errores o porque le dieron o quitaron la razón al que se lleva la fama. ¿Esto lo hemos superado? ¿Valoramos la importancia del que experimenta y no encuentra?

Finalmente también espero que hablemos de la importancia de las Leyes de Newton o las disputas entre científicos.
Espero haber abierto lo suficiente el abanico para todos podáis opinar...pues venga, ya estáis tardando.