sábado, 28 de marzo de 2015

Mala Ciencia: 12) De cómo fomentan los medios una interpretación equivocada de la Ciencia entre el público en general

Perdonad que empiece... por el final:
"El recurso a las figuras de autoridad también refuerza la parodia de la ciencia con la que trabajan los periodistas titulados en humanidades, ya que, con ello, se reúnen todos los ingredientes para la misma: la ciencia consiste entonces en la formulación de una serie de enunciados sobre la verdad, tan didácticos como incomprensibles y carentes de base, pronunciados por unas arbitrarias figuras de autoridad que no están sujetas al control de la elección popular."
Y es que me parece que sirve para resumir muy bien este capítulo y reflejar las opiniones concretas de Goldacre al respecto. Después de haber dado caña a colectivos como homeópatas, "detoxificadores", nutricionistas acientíficos, científicos que no publican sus malos resultados, farmacéuticas que se enriquecen y hacen sobre todo marketing, ¡les llega al turno a los periodistas de ciencia! Ya solo quedan los bomberos ;) jejeje

Me parece (perdonad que meta mi opinión por el medio) que Goldacre hace un análisis incisivo y dice verdades como puños, pero queda todo enturbiado por las generalizaciones: 

"Mi hipótesis básica es la siguiente: las personas que dirigen los medios de comunicación son titulados en áreas de humanidades con escasos conocimientos sobre ciencia, que, además, se enorgullecen de su ignorancia en la materia." 

Ignoro cuál es la situación en Reino Unido, pero no puedo evitar que se me vengan a la cabeza proyectos como Next o Ballena Blanca, y que por lo tanto me parezca una generalización un tanto injusta. El mismo Goldacre reconoce que está un pelín obsesionado con el tema como se desprende de la cantidad de entradas que ha dedicado en su blog a denunciar la situación.

Mi profesor de física se tomaba a guasa el título periodístico que pusieron a su investigación.

El capítulo continúa ejemplificando que muchas veces lo que aparece como CIENCIA en un medio, no es ciencia ni mucho menos, sino publicidad encubierta (Historias descabelladas: tanto dinero para nada), opiniones de gente que no es científica ("Todos los hombres tendrán miembros grandes"), o supuestos estudios para validar lo que se quiere contar ("Jessica Alba tiene el contoneo perfecto según un estudio").

Otro caso (relativamente reciente) de malinterpretación de un estudio científico


La causa no está solo en el desconocimiento científico de los periodistas, y el autor usa el caso de la medicina moderna para explicar que en ciencia los grandes beneficios vienen de avances pequeños y progresivos. [INCISO: esto me ha recordado a las respuestas a la Pregunta Naukas 2015]. La verdad es que los periodistas de ciencia no lo tiene fácil porque 

"la ciencia misma funciona muy mal como noticia"
y además existe el peligro de dar cobertura a lo novedoso, que tal y como funciona la ciencia

"hay que ser muy insensatos para arriesgar nuestras vidas basándonos en un conjunto aislado de datos inesperados que se contradicen con los conocimientos ya establecidos".

(¿Alguien más ha pensado en los neutrinos superlumínicos?)

Pero estas dificultades, no excusan que los periodistas contribuyan a generar y dar peso a un estereotipo de los científicos como "cerebritos" y a la ciencia como un saber provisional y variable. Cuando esto último puede ser cierto para ciertas áreas de la ciencia, pero hay conocimientos científicos descubiertos por ejemplo por Arquímedes que siguen teniendo validez hoy en día. Además, los periodistas no saben interpretar las estadísticas, dan cobertura a estudios SIN PUBLICAR, y no saben diferenciar entre EVIDENCIA e HIPÓTESIS (¿verdad verdadera o insulto gratuito?). Para rellenar las deficiencias en su manera de interpretar la ciencia, se recurre a figuras de autoridad, e incluso para crear un equilibro: a desacuerdos, reales o no, entre la comunidad científica. 

En fin, como ya se me ve el plumero..., no estoy segura de si me ha gustado este capítulo, así que me encantará que destripéis este resumen y me hagáis re-pensar todas las cuestiones que se tratan :)

Yo había pensado proponer para el debate, un par de puntos:

1) Goldacre critica que los periodistas rebajen el nivel de la ciencia para hacerla asequible al lector medio. ¿Os parece una reducción necesaria, o bien, algo que habría que corregir? Aquí me encantaría contar con la opinión de esas personas de humanidades, sobre todo, de gente de la disciplina de comunicación.

(Por cierto, Molinos nos recomienda su artículo: Ciencia y periodismo, una relación a construir)

2) Muy relacionada con la pregunta anterior, Goldacre menciona que solo la ciencia sufre esta reducción en el nivel, frente a la economía, la literatura, etc. ¿Os parece que la ciencia en comunicación sufre una especie de discriminación positiva con respecto a otras disciplinas en cuanto al rigor? Si la respuesta es sí, ¿os parece justificado/injusto/lo que sea?

Y ya está. Espero que propongáis muuuuuchas más cuestiones de debate en los comentarios, y que me tengáis ocupada este fin de semana ;)


sábado, 21 de marzo de 2015

Mala Ciencia: 11) ¿Es malvada la medicina convencional?

¡Hola todos!

Este capítulo marca un cambio en la temática del libro. Abandonamos las terapias alternativas y nos metemos de lleno en la medicina convencional. ¿Mala ciencia y medicina convencional?

En la década de los 90 demostraron que entre un 50% y un 80%  de los procedimientos están “basados en pruebas”. El entrecomillado se debe a que estos estudios se basan en situaciones en que las farmacéuticas ocultaron o distorsionaron pruebas. Y es que las farmacéuticas no se publicitan al público, por regla general, pero si a los médicos.

Las industrias farmacéuticas son malvadas para el público porque en temas de salud pública todos, inconscientemente, pensamos que la rentabilidad económica no debe prevalecer frente a la salud y nos lleva a pensar que la homeopatía, por ejemplo, es mejor, a pesar de que la industria homeopática empleo los mismos, o peores, métodos de venta que la industria convencional.

El número de nuevos fármacos ha disminuido, ello sumado al tiempo que dura la patente por un nuevo fármaco (unos 10 años, al menos en el Reino Unido) hace que los fármacos “imitados” por otros fabricantes aumente.

El procedimiento para tener un nuevo fármaco en el mercado es el siguiente:
  1. Tener una idea.
  2.  Fase I: comprobar que el fármaco no “mata” a un grupo reducido de voluntarios.
  3. Fase II: se prueba alrededor de 200 personas con la enfermedad que trata el fármaco para tener una idea de la eficacia. Se suelen hacer varios ensayos.
  4. Salida al mercado y más ensayos.

Aquí los médicos deberían confiar en sus propios ensayos y criterios para recetar el fármaco en cuestión, pero muchas veces confían en el boca a boca y en los visitadores médicos de los farmacéuticos.

Queda claro que las farmacéuticas deciden que se investiga, como se hace y como se informa.

Ahora llega la parte escabrosa de cómo se demuestra la efectividad de un fármaco (o de cualquier otra patraña pseudocientífica).
  • Elijamos un grupo de personas que sepamos que no va a tener efectos adversos por la propia fisiología. Por ejemplo gente joven frente a gente mayor con achaques propios de la edad.
  • Comparemos nuestro producto con algo que sea inútil, ya sea un placebo o algo de la competencia que no funcione o en dosis inadecuadas.
  • Olvidemos los efectos secundarios.
  • Tengamos en cuenta sólo efectos intermedios.
  • Si obtenemos resultados positivos o negativos ¿para qué vamos a presentar los resultados negativos en el estudio? ¡Como mucho ocultémoslos en el texto!
  • Publiquemos los resultados. Si son buenos, hagámoslo en revistas de alto impacto, si no, en revistas de bajo impacto.
  • Debido al “sesgo de publicación, es más probable publicar sólo ensayos positivos que negativos, ya que estos últimos nunca darán el Nobel a los investigadores. Lamentablemente, el sesgo de publicación es muy común… ¡y en muchos campos!

El problema de realizar estos estudios es llegar a ocultar los daños que puedan provocar. Es un gran peligro que normalmente se oculta.

Hay compañías que publican los resultados por duplicado para dar la impresión de que hay numerosos estudios y ensayos.

Otras llegan a vetar a quien publica resultados negativos.

Aun con todo, los medicamentos los consumen los pacientes y si el médico no los receta, las compañías se tienen que publicitar. Y lo hacen de tal manera que parece que cualquier medicamento es el mejor del mundo y que lo que hace la competencia no sirve para nada.

Y ahora a reflexionar:
  • Goldacre termina preguntándose: “Todo el mundo es malo ¿cómo hemos podido llegar a esta situación?” ¿Qué pensáis vosotros?
  • Que diferencias veis entre la industria de productos pseudocientíficos y la convencional?
  • ¿Habéis flipado tanto como yo leyendo este capítulo?
      Que no se os olvide que podéis escuchar los tres podcast de Tertulias Literarias de Ciencia grabados hasta el momento aquíaquí y aquí.

      ¡Buen fin de semana a todos!

sábado, 14 de marzo de 2015

Mala Ciencia: 10) El doctor le demandará enseguida



Hola a todos, no sabía de lo que iba el capítulo cuando me lo pedí, pero la verdad es que me ha gustado mucho.
Voy a decir muy poco sobre el capítulo, ni siquiera creo que se pueda llamar resumen a lo que he hecho. ¿Por qué lo hago? Porque creo que debéis de leerlo.
Tan importante lo considera Ben Goldacre que lo ha colgado en su blog para que nadie se quede sin leerlo: http://badscience.net/files/The-Doctor-Will-Sue-You-Now.pdf (siento decir que no he localizado una versión en castellano). Leedlo antes de leer los comentarios, creo que no os arrepentiréis.

De todas formas algo si voy a decir. Al empezar el capítulo he pensado, ¡ya la va a tomar con otro timador (en este caso con Matthias Rath, “vendedor de vitaminas”)! Cuando leíamos los capítulos anteriores, a algunos nos parecía que podría ser menos “agresivo” con los “protagonistas” de esos capítulos. Pero para mí, después de este capítulo, todo tiene más sentido.

El autor nos explica como, a su entender, Rath es el culpable de muchas cosas. Pero sobre todo creo que lo que nos explica es donde puede llevarnos la incultura científica.

Como he dicho, no voy a decir mucho más de momento, pero en las preguntas voy a desvelar tres de sus reflexiones. Vuelvo a insistir: deberíais de dejar de leer este “No Resumen” y leeros el capítulo.

Cosillas que quizás podríais comentar:

1) Me ha parecido impecable la reflexión de por qué no debemos de dar visibilidad a estos personajes pseudocientíficos, negándonos incluso a debatir con ellos.
“Éste (Brink) provocó un intercambio público de editoriales con un destacado virólogo.
Brink se puso en contacto con Mbeki (Presidente de Sudáfrica) y le envió copias de aquel debate, y luego fue recibido como experto en la sede presidencial.”
¿Cómo os habéis quedado al leerlo?

2) Por otro lado, es indudable que existe un frente abierto de lucha contra las pseudociencias en la esfera Política. No creo que nadie lo dude, pero ¿creéis que los políticos españoles podrían llegar al nivel que nos cuenta Ben Goldacre en este capítulo? Yo tengo claro que son capaces de frases como:
- “Se ha demostrado que teníamos razón en este tema. Somos lo que comemos”
- “El ajo crudo y la piel del limón no sólo le proporcionan un rostro y una piel de gran belleza, sino que también le protegen frente a las enfermedades”
- Si una persona dice que se siente mejor, ¿debemos nosotros discutírselo —se preguntaba ella— sólo porque no haya sido demostrado científicamente? «Cuando una persona dice que se está sintiendo mejor, ¿debo yo decirle “no, no creo que se esté sintiendo usted mejor”? ¿Que “es mejor que le practique antes una serie de pruebas científicas”?». Preguntada sobre si sus opiniones no deberían tener una base fundada en la ciencia, ella repuso: «¿En la ciencia de quién?»”

3) Y una cosilla más. Coincido con la reflexión que hace sobre lo poco críticos que son los pseudocientíficos con el resto de pseudocientíficos (el miércoles, sin ir más lejos, le pregunté a una amiga “afín a las pseudociencias” ¿cómo puedes compartir “cartel” con bestialidades como esa?).
Lo que me lleva a preguntarme: ¿es una buena política decirles, por ejemplo a los que ceden sus locales a Pàmies, que se planteen lo que están permitiendo? Me lo pregunto porque creo que es cierto que son muy poco severos al juzgar a los del pseudomundillo (y porque yo creía que era una buena política pero ahora, después de varios fracasos y de leer el capítulo, me planteo si es útil)

Nada más. Debatid y decid lo que queráis. He intentado no hacer Spoiler de este capítulo porque coincido con el autor en la necesidad de que hay que leerlo. En los comentarios seguro que se desvelarán todos los secretos que esconde este capítulo, como por ejemplo:
“En 2007, rodeado de gran fanfarria pública y extensa cobertura mediática, Anthony Brink, el ex empleado de Rath, interpuso una querella contra Zackie Achmat, presidente de la TAC. Lo más pintoresco del caso fue que la querella se presentó ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya, acusándolo de genocidio por haber conquistado con sus campañas el acceso a los medicamentos antiVIH para el pueblo de Sudáfrica”

Recordatorio 1: Podéis escuchar los podcasts de #TertuliasCiencia grabados hasta el momento en http://www.ivoox.com/podcast-podcast-tertulias-literarias-ciencia_sq_f1151583_1.html

Recordatorio 2: Si queréis resumir algún capítulo, no tenéis más que decirlo. Consultad el calendario al final de la página, pinchando sobre el capítulo que os interese para ver si está "pillado".

sábado, 7 de marzo de 2015

Mala Ciencia: 9) El "profesor" Patrick Holford

En este capítulo Goldacre sigue el mismo guion al que nos tiene acostumbrados al centrarse en un personaje concreto para exponer sus argumentos.

Nos cuenta que Patrick Holford es el eje académico en torno al cual gira el movimiento del nutricionismo en Gran Bretaña, y fundador de su institución educativa más importante, el Instituto para una Nutrición Óptima. Esta organización ha formado a la mayoría de las personas que se definen como “terapeutas nutricionales” (aquí aprovecho para señalar una aclaración importante: los términos “nutricionista”, “terapeuta nutricional”, “asesor de terapias nutricionales” y otras muchas variantes no son términos protegidos: cualquiera puede declararse “nutricionista” a diferencia de los términos “médico” o “enfermero” que requieren de una titulación oficial que los avale).


Voy a variar el orden del capítulo para ofrecer a continuación una breve biografía del personaje, que nos ayudará a seguir la argumentación. Holford estudió psicología experimental en York antes de ir a EE.UU. a continuar su formación bajo la tutela de dos investigadores en salud mental y nutrición (Carl Pfeiffer y Abram Hoffer, ambos creadores de una medicina “ortomolecular” que trata de curar enfermedades mentales a través de la nutrición…)

Tras obtener su título, Holford comenzó a trabajar como vendedor para el fabricante de pastillas de suplementos Higher Nature. Fundó el Instituto para una Nutrición Óptima en 1984 y fue su director hasta 1998. Su única cualificación en la materia proviene de un “diploma” en terapia nutricional que el propio ION le otorgó en 1995.

Goza del favor de los medios de comunicación y ha escrito, solo o en colaboración, unos cuarenta libros (todos best sellers). Según los medios británicos, el profesor Holford es uno de los más destacados intelectuales, no un vendedor de pastillas de vitaminas que trabaja para la industria de los suplementos alimenticios. “Se trata de un académico que encarna una manera concienzuda y visionaria de abordar las pruebas científicas  y que constituye una auténtica fuente de inspiración”.

Goldacre centra su interés en Holford únicamente porque se dedica a enseñar a los nutricionistas a tratar a la nación, y porque le han concedido una plaza de profesor visitante en la Universidad de Teesside, donde está previsto que imparta clases y supervise trabajos de investigación (aunque por diversos motivos finalmente no llegó a ser contratado). Apostilla: si es un hombre de ciencia y un académico, entonces deberíamos tratarle como tal, con el mismo escrupuloso rasero que a los demás.

Salud, cáncer y pastillas vitamínicas

La primera crítica importante al trabajo de Holford tiene que ver con la afirmación de que el AZT (primer medicamento anti-VIH) es potencialmente dañino y se está demostrando menos eficaz que la vitamina C (realizada en el libro New optimum nutrition bible, que tiene una página en Facebook).

Esta afirmación se apoya en un estudio de laboratorio en el que se examinaron unas cuantas células en una placa. Concretamente, se vertió un poco de vitamina C sobre esas células y se midieron una serie de indicadores complejos, en los que se apreciaron variaciones cuando la presencia de la vitamina C en el medio era significativamente mayor. De nuevo nos encontramos ante otra extrapolación crédula de unos datos preliminares de laboratorio a una hipótesis médica general en seres humanos reales.

En este caso concreto, Goldacre insiste en que el problema no estaba en ese estudio o la metodología, sino en la interpretación torticera e interesada que hizo Holford del mismo.

Una revisión vagamente sistemática

Después de asustarnos con la idea de hacer una edición anotada del libro de Holford, Goldacre vuelve a criticar la forma de escribir de estos personajes, camuflándose bajo una plausible jerga técnica, y decide centrar sus esfuerzos en el capítulo en el que explica por qué deberíamos tomar suplementos (por supuesto cuenta con su propia gama de pastillas y píldoras líderes en ventas).
Para ello aconseja tomar vitamina C en pastillas para suplir la deficiencia argumentando que hay un ensayo que reduce la incidencia de los refriados. De nuevo nos encontramos ante una “selección ventajosa” de los datos que más convienen a su argumento. En realidad, una revisión sistemática (metanálisis) de Cochrane reunió pruebas empíricas de los 29 ensayos diferentes llevados a cabo sobre el tema (con más de 11.000 participantes) y concluyó que no hay evidencia alguna de que la vitamina C prevenga los refriados (podéis leer un resumen del ensayo Cochrane en español aquí o la versión íntegra en inglés aquí).

Menciona varios asuntos más relacionados con este tema pero no creo necesario referirlos en el resumen porque van todos en la misma dirección.

¿Profesor?

Y ahora llegamos al que creo es el punto más importante de este capítulo donde se discute porqué las universidades dejan que este tipo de personas accedan a su cuadro de profesorado.
A mí no me sorprende en definitiva que haya emprendedores y gurús (individuos, en definitiva) que se dediquen a vender sus pastillas y sus ideas en el mercado libre. En cierto (aunque extraño) sentido, respeto y admiro su tenacidad. Pero lo que de verdad me tiene asombrado es que las universidades, que son depositarias de un conjunto muy distinto de responsabilidades, los acojan y, sobre todo, que lo hagan en un campo como el de la nutrición, donde el peligro es muy concreto.
El proyecto de los nutricionistas es más interesante: su trabajo adopta la forma de lo científico el vocabulario, las píldoras y las referencias académicas) y sus afirmaciones imitan superficialmente las aseveraciones de los investigadores que se dedican al campo de la nutrición, en el que queda aún mucha ciencia real por hacer.


La universidad de Teeside, considerada de las peores del país, accedió a conceder una plaza de profesor a Holford porque uno de los institutos que dirigía iba a entregar una cuantiosa beca. Y es aquí donde vemos las verdaderas intenciones de estos individuos: tratan de comprar, a costa de lo que sea necesario, una respetabilidad y credibilidad que de ninguna otra forma podrían obtener.

Terminaré citando un párrafo que ya destacó Javi en el podcast de las tertulias:
La realidad es que esta extensa industria del nutricionismo (y, lo más importante, este fascinante estilo de “academicismo”) está, en estos mismos instantes, penetrando (desapercibido, sin críticas) en el corazón mismo de nuestro sistema académico, por culpa de nuestra desesperación por encontrar respuestas fáciles para grandes problemas como la obesidad; por culpa de nuestra necesidad colectiva de soluciones rápidas; por culpa de la disposición de las universidades a trabajar con figuras de cualquier sector de la empresa privada; por culpa del admirable deseo de dar a los estudiantes lo que quieren, y por culpa de la fenomenal credibilidad que entre el gran público han alcanzado estas figuras pseudoacadémicas, en un mundo que, al parecer, ha olvidado la importancia de evaluar críticamente todas las afirmaciones científicas.
Creo que este párrafo solo hubiera sido suficiente para resumir no solo el capítulo, sino todo el libro. Es sencillamente magistral.

Bien, ahora os dejo el podcast para que lo escuchéis mientras contestáis a las cuestiones (si es que no lo habéis hecho ya…)

Cuestiones:  
  • ¿Sería factible escribir un libro del estilo de “Mala ciencia” pero con casos exclusivamente españoles? ¿Por qué no se ha hecho aún? (Esta cuestión se planteó en el podcast).
  • Debatamos sobre educación y la incursión de las pseudociencias en los centros. ¿Qué opináis del último párrafo que he resaltado? ¿Creéis que Goldacre hace un análisis certero de la realidad? ¿Sucede lo mismo en nuestro país? ¿Hay alguna forma de evitar que suceda?