sábado, 26 de marzo de 2016

Capítulo 4. Bienvenidos al espectáculo (pero no se quite las orejeras, por favor)

Hay dos o tres cosillas que he pensado al leer el capítulo. Antes de resumirlo voy a decirlas.

La primera, y que ya nombré en un comentario de la introducción: me parece una genialidad relacionar Magia y Neurociencia, y me parece muy adecuado explicar, más o menos, el camino seguido en ese “matrimonio de conveniencia”.
La segunda es que entiendo un poco a los que dicen que el libro algunas veces es lioso. Es verdad que cuando explica términos y conceptos yo también me lío un poco, pero la idea general si que se me queda clara y los vídeos que acompañan cada capítulo me parecen muy útiles. Me imagino que tratar de explicar todos los términos neurocientíficos de los que se habla es complejo en un libro de estas características y por ello creo que lo hacen razonablemente bien.

Estas dos cosillas se unen en una idea general: "el libro me gusta y estoy aprendiendo bastante. Sin duda lo recomendaría (avisando que algunas veces se hace difícil seguir tanta terminología)".

Tercera cosilla que quiero comentaros, desde mi punto de vista el hilo conductor de este capítulo es la atención. Yo este capítulo lo hubiera llamado: “Los magos gestionan nuestra capacidad de focalizar la atención”.

RESUMEN:

Este pedacito de texto lo veo alucinante (hay muchos como este en el libro):

"Apollo ha desafiado a los presentes en el auditorio a que intenten sorprenderlo robándole sus cosas al hombre que hay en el escenario, a la vista de todos, (…) se trata de George Johnson (…) persona muy inteligente (…).
Apollo le roba a George el bolígrafo, el dinero, la grabadora digital, algunos recibos, la calderilla, la cartera y –lo primero que le ha quitado- el reloj".

No me lo creo. Bueno, si me lo creo, pero da miedo.

Veamos. Según el libro los magos lo logran usando simultáneamente infinitos “trucos” que tienen explicaciones neurocientíficas:
· Generando postimágenes sensoriales (una sensación muy fuerte se graba y se mantiene en nuestra cabeza aunque el estímulo haya desaparecido).
· Sabiendo que nuestros sentidos sufren un proceso de adaptación al estímulo, por ello no sentimos aquello que nos está estimulando de forma continuada (los ruidos permanentes se dejan de oír, las gafas no las notas...)
· Pero, a mi juicio, en este capítulo, lo que resaltan los autores es que los magos logran gestionar nuestra atención (afirman: "no es cierto que la mano sea más rápida que el ojo, el éxito radica en que logremos que el espectador focalice la atención en otro sitio"). Y lo hacen, como no podía ser de otra forma, mediante "trucos":
- Saturando nuestros sentidos con múltiples estímulos (visuales, táctiles, auditivos, cognitivos…). Así logran que no podamos centrarnos y prestar atención.
- Gestionando adecuadamente movimientos bruscos, para atraer nuestra atención y sutiles movimientos que parecen naturales, a base de practicar y practicar, que nos pasan desapercibidos.
- Aprovechándose de nuestros “formalismos” sociales. Por ejemplo, al reírnos de determinadas situaciones perdemos la capacidad de atender a otras cosas.
En el capítulo también nos cuentan con respecto a los “intercambios de información social” que tienen mucha importancia las neuronas espejo (las llaman “cuerpo de la mente”, para relacionarlas con el “ojo de la mente” –evocar experiencias visuales- o el "oído de la mente"). Las neuronas espejo se activan al visualizar externamente algo que nosotros hemos vivido (nos ponen el ejemplo de ver a alguien bebiendo agua) y lo relacionan con nuestra experiencia vital (se activan neuronas que nos hacen sentir cosas parecidas a como si hubiéramos bebido nosotros). Por ello creemos que lo hacen por las mismas razones que lo haríamos nosotros. Obviamente si el mago lo hace con otros objetivos podríamos no detectarlo porque no nos llamaría la atención.
También nos hablan de la importancia de las neuronas espejo para imitar, aprender, enseñar, tener empatía… 
Sobre neuronas espejo yo os recomiendo el post que realizó sobre ellas nuestra amiga Conxi Sole “Empatía y crueldad”
- Gestionando adecuadamente que, si prestamos atención a algo, forzosamente tenemos que dejar de prestar atención a otra cosa (nos recuerda que incluso la visión, cuando focaliza algo, pierde la visión de los alrededores –explicado en otros capítulos-; en este capítulo amplían la información sobre esto añadiendo que a más atención más capacidad sensitiva de la zona central y menos de la periférica; además, esa activación central y desactivación periférica dependen del grado de atención requerida, de la “dureza” de la actividad, del esfuerzo que nos suponga).
- Sabiendo que las cosas novedosas, trabajosas… atraen más nuestra atención (y esto lo relacionan con lo que ocurre en el campo visual, como ya he explicado). Y que lo aburrido, simple… nos pasa desapercibido (y sobre esto hablan de los estudios de un premio Nobel).
- Haciendo los trucos antes o después de cuando pensamos que están haciendo el truco, para que así no estemos prestando atención y no relacionemos causa-efecto (desviación temporal de la atención).

Como he dicho creo que el capítulo nos habla de la atención. Además de todo lo anterior añade que puede ser gestionada por procesos de alto nivel o de bajo nivel. Aquí me he perdido un poco, pero creo que intentan decir que nuestra atención la focaliza a veces nuestra “mente” (alto nivel) y a veces nuestros sentidos (bajo nivel).
Además nos dice que tenemos la capacidad de disimular nuestra atención (yo diría que algunos más que otros). Definen atención abierta (sin disimulo) y atención encubierta (de verdad que os tengo que decir que esta es “con disimulo”).
También nos habla de la atención conjunta, explicando experimentos con bebés, chimpancés… y relacionándolo, en cierta forma (me ha parecido entender), con las neuronas espejo y con los “formalismos sociales”. Además añaden que ellos tienen la hipótesis de que los pacientes con autismo tienen problemas de atención conjunta (seguro que esto le interesa mucho a María José).
Nos dicen, y si lo he entendido bien reconozco que me ha sorprendido y que tengo que investigarlo más (porque creo que tiene muchas implicaciones docentes), que la resistencia a la atención de bajo nivel (la generada por los órganos sensitivos, la que viene del exterior) está de alguna manera vinculada con la capacidad de memoria a corto plazo.
También nos dice que nuestra mente ha conseguido gestionar la atención de tal forma que “no requiere” nuestra “atención activa” cuando hacemos cosas rutinarias. Esta flexibilidad nos posibilita hacer nuestras labores cotidianas (conducir, tender la ropa, rellenar informes…) y pensar en otras cosas.

Además, en el capítulo, incluso nos habla de la evolución del estudio de la atención y nos indica que los avances significativos se han producido cuando se iniciaron la modernas técnicas de detección de imágenes del cerebro, sobre el 1990.

Para finalizar decir que la autora del libro una vez pilló a un gran mago porque él no consiguió gestionar su atención. Ella estaba totalmente concentrada en no vomitar porque estaba embarazada y observo lo inusual porque no estaba atendiendo donde el mago intentaba hacerle atender. Pensó que era un truco de lo más chapucero, el resto opinaban que era un gran truco porque ninguno más observo como lo hacía.

PREGUNTAS PARA EL DEBATE:

Solo dos, pero vosotros hablar de lo que queráis (y sobre todo, si algo no lo he entendido bien, rectificarme en los comentarios).

1) ¿Crees qué es una genialidad de los autores que se les ocurriera relacionar magia con neurociencia?


2) ¿Qué implicaciones docentes le ves a este capítulo centrado en la ATENCIÓN?

Saludos y sigamos disfrutando.

sábado, 19 de marzo de 2016

Capítulo 3. El hermano que falseó una cúpula. Ilusiones visuales en el arte y en la ciencia

Si los pintores fueron los descubridores de las ilusiones visuales, los magos han protagonizado los hallazgos en el arte de la atención y la consciencia. En el siglo XV los pintores renacentistas habían logrado arrancar la tercera dimensión a partir de un lienzo, esa ilusión de profundidad y distancia que llamamos perspectiva. En el siguiente vídeo, a partir del minuto 4:16, se reproduce el experimento que realizó el arquitecto Filippo Brunelleschi en 1425 para demostrar que el aspecto de un objeto representado en una pintura obedece a estrictas leyes geométricas.

En una tablilla, donde había dibujado un boceto del baptisterio de Florencia, practicó un agujero para poder contrastar el dibujo y el modelo real con la ayuda de un espejo.



Este trampantojo florece en la Holanda del siglo XVII con su máxima expresión en la pintura realista. En la iglesia de San Ignacio de Roma, la prematura muerte del arquitecto impidió la construcción de la cúpula que fue extrordinariamente representada por Andrea Pozzo en el techo de la iglesia, una obra maestra de la perspectiva.



Pero la realidad también podía distorsionarse para crear el efecto deseado. El arquitecto Francesco Borromini exageró la reducción de las dimensiones que se da con el alejamiento de los objetos en el Palazzo Spada, para hacer creer que una galería medía 37 metros de largo, cuando en realidad sólo alcanza los 8.



También Laura, la madre de la autora del libro, fue víctima de uno de estos engaños cuando la acompañó a la convención en Las Vegas. Al entrar en el canal del hotel Venetian se asombró de lo rápido que había oscurecido. Desgraciadamente, Susana le estropeó demasiado pronto la ilusión de contemplar un precioso cielo realista al indicarle que esas "cosas negras" que colgaban de las nubes eran aspersores.



Escher fue otro de los maestros en crear ilusiones visuales. Por ejemplo, en su litografía Cascada donde el agua asciende milagrosamente para caer indefinidamente sobre un molino de agua, está inspirada en la figura conocida como triángulo de Penrose. Uno de sus secretos era unir en un dibujo dos perspectivas diferentes para que el cerebro construya la sensación de percepción global aunque el objeto sea fisicamente imposible.


 























Tras su doctorado, Susana escoge una ilusión visual para investigar sus efectos. La elección fue el Op Art o Arte Óptico, como los "Cuadrados anidados" de Vasarely que producen diagonales ilusorias por el cambio gradual de luminancia. Resulta que nadie había investigado sus fundamentos neuronales y tampoco se habían analizado otras formas que las cuadradas.

Con esta investigación, Susana demuestra uno de los secretos del sistema visual: las neuronas son más sensibles a las esquinas, las curvas y las discontinuidades, y no a los bordes rectos como se pensaba.

Los autores resolvieron en 2006 otro misterio sobre el origen de las ilusiones visuales, concretamente sobre las ilusiones cinéticas o que simulan movimiento, al demostrar que los diminutos movimientos del ojo para fijar la imagen estaban relacionados con la ilusión de movimiento. Eso quería decir que la ilusión comenzaba en el ojo, no en el cerebro. Una célebre ilusión que también depende de hacia donde enfocamos la vista es la huidiza sonrisa de La Gioconda. La sonrisa aparece si la percibimos con nuestra visión periférica, más sensible a las sombras de las mejillas, pero se escamoteará si miramos la boca directamente, pues nuestra visión central se centrará en los detalles y no integrará las sombras.

Si nuestra percepción fuera real, la Torre de Pisa tendría mayor peligro de caerse del que imaginamos, ya que al visualizar dos fotografías idéanticas de la Torre, una al lado de la otra, nos da la falsa sensación de que en la foto de la derecha está más inclinada. nuestra visión supone que dos líneas paralelas se acercan en la lejanía, pero como esto no sucede el cerebro da por sentado que se están separando.

Otra ilusión que increiblemente no se detectó hasta 2007 fue la de cambio de sexo. Dos fotografías comparadas del mismo rostro parecerán femeninas o masculinas en función del nivel de contraste, asociado a que en las caras femeninas este se acentúa en zonas como los ojos o la boca.

Finalmente, otra de las ilusiones consiste en el enmascaramiento visual, como en el caso de la figura. Si enfocamos la vista durante unos segundos en el punto central, comprobaremos que seguimos observando la malla de cruces en movimiento, pero que los puntos amarillos desaparecen. Al parecer, evolutivamente entraña más peligro para la supervivencia un objeto en movimiento que un objeto estático, por lo que el cerebro privilegia la atención sobre el primero.


Los autores han llevado esto más allá en lo que llaman onda estacionaria de invisibilidad, consiguiendo que este efecto de desaparición se pueda prolongar indefinidamente, mediante el parpadeo continuo de un objeto junto a otro estático, lo que podría abrir nuevas posibilidades para el ilusionismo.


Y aquí van mis propuestas para debatir:

1.-  ¿Podría ser preocupante el desarrollo de la realidad aumentada (dispositivos que combinan un entorno real con un entorno virtual) en cuanto a que a algunas personas les resulte difícil distinguir lo real de lo ilusorio?
   
2.- Actualmente, en la era de la fotografía digital, ¿la pintura sigue teniendo el mismo valor como representación realista de la naturaleza que como representación subjetiva (expresionismo, cubismo, abstracción)?

 













3.- La ilusión de la mano de goma es un conocido truco donde se combinan ilusiones visuales y táctiles. ¿Qué os parece la utilización de ilusiones como esta para condicionar el comportamiento social de las personas? En este vídeo hablan de un estudio en el que las emplean para modificar la visión del racismo entre los participantes. ¿Os parece serio este estudio? ¿Os parece ética esta manera de condicionar el comportamiento? ¿Creéis que será un efecto transitorio o puede manifestarse a largo plazo?

¡Y como venimos de Las Vegas hagan juego, damas y caballeros, y a debatir!

Sólo una cosa más. ¿Habéis visto ya al bebé con el que sueña la pareja del paisaje?

sábado, 12 de marzo de 2016

Capítulo 2. El secreto de la cuchara que se dobla. Por qué los magos vigilan sus ángulos

Aunque me he centrado, sobre todo, en la descripción de nuestro sistema visual, he decido no obviar totalmente los aspectos mágicos (como hizo Jorge en el resumen del capítulo anterior). Sin embargo no doy todos los detalles de los trucos, muchos no los nombro; y solo aparecen los que creo que son relevantes para entender de qué hablamos.

He dividido el capítulo en tres partes, y he cambiado un poco el orden para facilitar la agrupación. Y, en los temas de opinión, no me he podido resistir a añadir alguna pequeña pincelada de mi cosecha :).

LA CARTA AMBICIOSA


El truco de la carta ambiciosa se convirtió en célebre al conseguir engañar a uno de los magos más famosos de la historia: Harry Houdini. El responsable de ello fue Dai Vernon que aceptó el desafío (algo presuntuoso) de Houdini, en el que decía que haciéndole un truco tres veces él podría conocer cómo lo había hecho. Pero el gran mago no salió victorioso de esta contienda, pues aunque Vernon realizó el truco en siete ocasiones Houdini no logró adivinarlo.

Lo que el público observa en este truco es que, después de que un espectador selecciona y retorna a la baraja una carta, sin que el mago vea cuál es, pero el espectador sí, esta aparece «mágicamente» encima de la baraja.

En los trucos de prestidigitación que habitualmente se realizan a muy poca distancia del espectador, la percepción visual desempeña un papel fundamental. Algunos trucos se basan en distraer la atención del que mira, y otros en aprovechar las debilidades de nuestro sistema visual.

Algunas de las razones por la que los magos utilizan barajas para llevar a cabo sus trucos es porque son objetos rígidos pero a la vez muy finos, caben perfectamente en la palma de la mano y pueden esconderse con facilidad. También pueden barajarse, abrirse en abanico, voltearse, escamotearse, cortarse, pegarse y guardarse en el bolsillo.

No os diré cuál es el principal recurso que se utiliza para el truco de la carta ambiciosa, pero os diré que es una de las cualidades de la lista anterior. Y que para llegar a dominar este truco de prestidigitación los magos deben ser capaces de realizar todos los movimientos sin prestar atención a lo que hacen.

Una de las razones por la que nuestro sistema visual no acierta a seguir correctamente la colocación de las cartas tiene que ver con que su resolución es muy pobre, a excepción del centro exacto de nuestra mirada, donde se encuentra la mácula.

En la retina se pueden diferenciar varias partes, la más importante es la que hemos nombrado: la mácula, que es la zona con mayor agudeza visual. En el centro de esta se encuentra la fóvea, que es un área muy pequeña que forma una depresión y es extremadamente sensible a la luz. La fóvea es el área de la retina donde se enfocan los rayos luminosos y se encuentra especialmente capacitada para la visión aguda y detallada.

Sin máculas solo tenemos visión periférica, cuya resolución es muy baja y que haría que vayamos por el mundo viendo solo lo que sucede a ambos lados de nuestra cabeza.


Para que este truco funcione, el mago también se vale de un proceso automático que tiene lugar en nuestro cerebro y que nos sirve para percibir la profundidad sin que seamos conscientes de ello: la oclusión y la perspectiva.

La oclusión se produce, por ejemplo, cuando una persona se encuentra parcialmente oculta detrás de otra, y damos por sentado que la que no está oculta se encuentra más cerca de nosotros. Se trata de una deducción lógica que el cerebro realiza de forma automática y casi instantánea, sin que medie el pensamiento consciente.

Nadie sabe en qué lugar del cerebro se computa la oclusión, pero es probable que suceda a una altura de nuestro sistema visual donde las neuronas más adecuadas descifran las formas individuales. Las neuronas que se activan en un primer momento ante un campo visual solo detectan rasgos menores del mundo, como los bordes, las esquinas y las curvas. Para constituir una forma completa y ver un objeto de interés, hacen falta neuronas que sepan discriminar las formas y combinen la información que envían los primeros detectores de rasgos. Por lo que se necesitará un nivel de computación más tardío que pueda determinar qué se está ocluyendo. De este modo, el sistema visual construye la percepción de la profundidad etapa a etapa.

Además de la oclusión, el mago se aprovecha del deseo de nuestro cerebro de comprender el mundo en perspectiva. La perspectiva lineal se apoya en el hecho de que las líneas paralelas, como las de las vías del tren, parecen converger en la distancia. El sistema visual interpreta esta convergencia como profundidad porque da por sentado que las líneas paralelas se mantendrán en paralelo.
       
En el truco también entra en juego la perspectiva del tamaño. Si dos objetos similares aparecen con tamaños diferentes, nuestro sistema visual dará por hecho que el más pequeño está a más distancia.

LA CUCHARA QUE SE DOBLA

Doblar cucharas es un truco típico de salón. En este, el público observa cómo el mago, con la fuerza de la mente (supuestamente) y con una suave fricción de los dedos sobre la cuchara, logra doblarla.

Para que este truco funcione es necesario varios conceptos psicológicos importantes que contribuyen a percibir que las cucharas están rectas, cuando en realidad ya se han doblado.

El primero de ellos es el «completado amodal», que es el proceso según el cual un objeto que aparece parcialmente escondido detrás de un segundo objeto se verá en su totalidad aunque se encuentre oculto.

Esta capacidad de nuestro cerebro es utilizado por los magos en otros trucos como el de cortar en dos a una mujer con una sierra.

Estoy de acuerdo con los autores con que el proceso mediante el cual nuestro cerebro hace que las cosas parezcan completas, a partir de información escasa, !es realmente una genialidad! A esto se le llama «buena continuidad», y el «completado amodal» es un buen ejemplo de esta.

Cada vez comprendemos mejor los mecanismos de la «buena continuidad». En el sistema visual esta capacidad depende de la orientación y de la posición espacial de las líneas que estemos mirando. Cuando la posición relativa y la orientación de dos o más segmentos se encuentran alineadas podremos ver un contorno. Cuando dos o más líneas con similares orientaciones se colocan muy cerca de sus extremos alineados, podremos advertir que los segmentos individuales destacan visualmente mucho más: sobresalen con respecto al fondo. Pero si la separación entre segmentos, o las diferencias en sus orientaciones, es demasiado grande, la «buena continuidad» falla y los segmentos resultan más difíciles de discriminar con respecto al fondo.
¡Es increíble que veamos lo que no está dibujado!
Los científicos han descubierto la base fisiológica del funcionamiento de la «buena continuidad» en el sistema visual. Las neuronas de la corteza visual primaria se ajustan a determinadas orientaciones; prefieren, por poner un ejemplo, los segmentos de líneas horizontales o verticales. Estas neuronas especializadas se encuentran en diferentes partes de la corteza visual primaria, de forma que el cerebro pueda integrar información más allá de los límites de cada neurona. Resulta entonces que las neuronas con atributos similares están conectadas por medio de fibras horizontales que atraviesan una larga distancia en la corteza visual primaria. Podemos ver esa continuidad en los objetos parcialmente escondidos gracias a las conexiones de largo alcance existentes en la corteza entre neuronas de tipos parecidos. Los mismos procesos podrían desempeñar un papel similar en otros tipos cognitivos de percepción visual.

Respecto a la ilusión de la cuchara hay un segundo concepto que también se ha documentado. Cuando las cucharas se agitan entre los dedos del mago, parece que pierdan su rigidez. La ilusión se debe a que nuestro sistema visual tiene dos mecanismos distintos para ver las líneas: uno especializado en los bordes, y otro en el final de las líneas. Para detectar el borde de una línea, recurrimos a las neuronas de nuestra corteza visual primaria. Sin embargo, para localizar los extremos de una línea, tenemos las llamadas células con inhibición final, las cuales se ajustan para reaccionar ante el final de largos contornos.

El cerebro percibe las líneas de orientación mucho más deprisa que el final de las líneas. De ahí que parezca que el mango de una cuchara que se agite se mueva antes de que se muevan los extremos, lo que origina la ilusión de que la cuchara se está doblando.

También se habla en el capítulo de que el cerebro no sabe cómo comportarse cuando el nivel de información que recibe es cero, y por eso inventa su propia realidad.

Por ejemplo en el experimento Ganzfeld, donde se utiliza una pelota de ping-pong cortada por la mitad, y se sintoniza la radio hasta que solo se escucha la estática. Entonces, la persona que realiza el experimento, debe tumbarse y colocar las mitades de la pelota sobre cada ojo sujetas con cinta adhesiva, y esperar. Al cabo de unos minutos esa persona empezará a experimentar un auténtico aluvión de sensaciones muy raras, como ver osos polares haciendo cabriolas con elefantes, etc.

URI GELLER


A comienzos de la década de 1970, apareció en los escenarios de todo el mundo un mago deshonesto. El injustificablemente famoso y mentiroso Uri Geller. Y digo lo de mentiroso porque afirmaba y sigue afirmando (aunque le hayan desenmascarado unas cuantas veces) que sus «poderes son sobrenaturales», es decir, que no son trucos. Y eso lo sigue diciendo aunque existan magos profesionales que puedan hacer lo mismo que él sin esos supuestos «poderes sobrenaturales».

Los autores intentan explicar cómo fue posible que en esa época hubiera tanta gente que le diera crédito. Por ejemplo, aluden a la paranoia de la Guerra Fría, donde la CIA estaba convencida de que el KGB sabía cómo utilizar la percepción extrasensorial o la visión remota. O plantean que simplemente fue uno de esos extraños momentos de la historia (recordemos que el movimiento New Age estaba en su punto más álgido) en que un número nada despreciable de personas (que en otro momento se mostraría del todo racional) se deja seducir por el pensamiento mágico.

A Geller, sobre todo, se lo conoce por realizar el truco de doblar cucharas. Claro, que él decía que no era un truco, pues se supone que tenía esa capacidad «sobrenatural» gracias a unos extraterrestres o_O.

Pero Uri Geller tiene un magnífico archienemigo, su antagonista. También hace trucos de magia como él. Pero no solo no miente, sino que una gran parte de su vida la ha dedicado a destapar los fraudes relacionados con la parapsicología y otras pseudociencias. Su nombre es James Randi y es uno de los escépticos más reconocidos del mundo.
La verdad sobre Uri Geller. James Randi
La verdad sobre Uri Geller
En el siguiente vídeo, y, desde el minuto 5:43 hasta el minuto 10:26, podéis ver cómo Randi desenmascaró a Geller repitiendo estos trucos de salón y cómo en el programa «The Tonight Show» (de Johnny Carson) Geller fue puesto en evidencia. Aunque también os recomiendo todo el documental, a pesar de que sea algo antiguo y con una baja calidad de imagen.

Los autores nos hablan de cómo en 1975 Uri Geller logró engañar a dos investigadores «expertos en psicología paranormal» del Instituto de Investigación de Stanford. Estos «expertos» aseguraron que sus ondas cerebrales podían afectar a los metales dúctiles o_O (¿en serio?).

El científico Danny Hillis explicó así por qué los científicos se muestran especialmente ingenuos ante los Gellers de este mundo: «Cuanto mejor es el científico, más fácil resulta engañarlo —afirma—. Los científicos son gente honrada. No tienen la menor idea de hasta dónde es capaz de llegar un mago, y además no están entrenados en el fraude».

Hillis también cuenta la siguiente anécdota con el célebre físico Richard Feynman de protagonista: «Se trataba de hacer un truco —Hillis a Feynman— y desafiarlo a que lo adivinara. Al cabo de uno o dos días de pensarlo a fondo, volvió con la respuesta correcta. Entonces repetí el truco pero usando un método completamente diferente. Y se volvió loco. Jamás se le ocurrió el metaprincipio de que yo había cambiado el método. Esto puede deberse al hecho de que a los científicos se los prepara para que utilicen el método científico. Hay que seguir experimentando hasta que se da con la respuesta. La naturaleza es fiable. La idea de que alguien fuese capaz de cambiar de método era simplemente inconcebible para él».
 
El pensamiento mágico (como por ejemplo el que la mente pueda doblar cucharas, el poder psíquico, la clarividencia o el poder de los pensamientos sobre la materia) a menudo no es inocuo (resulta peligroso, doloroso o, por lo menos, bochornoso). Para evidenciar esta situación, los autores nos cuentan la anécdota de cuando Susana (una de los dos autores) tenía ocho años y creía que era capaz de atravesar cualquier barrera solo con el poder de su mente. El resultado de comprobar que eso no es posible es una cicatriz que luce en la sien izquierda.

Cuando un parapsicólogo, un sanador espiritual, un médium o un charlatán asegura poder desafiar las leyes de la naturaleza, detrás siempre se esconde una ilusión como las que utilizan los magos. La gran diferencia es que estos no se aprovechan de clientes desesperados o incautos que se los engaña por dinero, o peor todavía: que se los convence para que rechacen tratamientos médicos de probada eficacia en favor de todo tipo de intervenciones psíquicas.

Por todo esto pienso que es tan importante divulgar que el mismo cerebro del que estamos tan orgullosos, pues nos ha llevado a construir una civilización tecnológica y científica que está a mucha distancia de las posibilidades de cualquier otra especie conocida; ese mismo cerebro, se puede manipular de tal manera que nos puede hacer creer que percibimos (y que por tanto nos puede hacer creer que existe) lo que es imposible: la magia en todas sus versiones.



Y finalmente os dejo algunas cuestiones que, si os apetece, me gustaría comentar:
  1. ¿Mejoraría nuestra percepción de la realidad si tuviéramos la misma resolución en todo el ojo que la que tenemos en la mácula?
  2. ¿Qué pensáis sobre los resultados del experimento Ganzfeld?
  3. ¿Qué pensáis sobre las interpretaciones automáticas que realiza nuestro sistema visual (completado amodal, oclusión, perspectiva, etc.) sin que seamos conscientes?
  4. ¿Creéis que es responsable que los medios de comunicación den pábulo a farsantes, como Uri Geller, sin tener el más mínimo sentido crítico? Y no lo pregunto solo por casos como el Directísimo de TVE de hace 40 años, sino por programas más actuales, como los que se hicieron a finales de 2013, donde Uri Geller apareció en dos televisiones españolas como son el Hormiguero de Antena 3 y el programa de Fin de Año de Neox.
  5. ¿Qué pensáis sobre la ingenuidad de los científicos? ¿Lo veis normal o un problema? ¿Se debería hacer algo para corregirlo?
  6. ¿Tan malo es el pensamiento mágico?
¿Me he pasado con tantas cuestiones? ;)

¡Que tengáis una feliz semana!

sábado, 5 de marzo de 2016

Capítulo 1. La mujer camaleón. Ilusiones visuales y magia.

Aunque el libro trata sobre magia y neurociencia, para no herir sensibilidades mágicas, he optado por centrarme en los aspectos neurocientíficos y dejar los aspectos mágicos para la lectura individual de cada uno.

Este capítulo se centra en una de las propiedades de nuestro sistema visual: Las ilusiones visuales. Estas se basan en las percepciones subjetivas de todo lo que observamos. Al ser subjetivas, no se ajustan a la realidad que nos rodea. El sistema visual lo constituyen el ojo y el cerebro.

La primera capa del sistema visual está compuesta por fotoreceptores que hacen que la luz se transforme en una seña electroquímica. Aquí surge la capacidad del cerebro de detectar contrastes y es la base de la cognición ya que nos da la capacidad de ver, oír, sentir, pensar y centrar la atención.

La información captada por los fotoreceptores viaja a través del nervio óptico hasta el tálamo y de ahí hacia la corteza visual primaria, la primera área visual del prosencéfalo, que es la primera área de unas treinta que extraen la información de lo que vemos. Las neuronas que procesan la información se activan dependiendo de la señal que estén recibiendo, ya sean contornos, curvas, movimientos, colores u otros rasgos.



Las ilusiones visuales hacen que veamos cosas que realmente no están, que no veamos algo que sí está o que lo que veamos sea algo distinto de lo que estamos mirando. Estas ilusiones visuales son fundamentales para estudiar los circuitos neuronales y entender como se forman nuestras experiencias del día a día.

¿Cómo construye nuestro cerebro esta realidad? Lo que hace es coger nuestros recuerdos y experiencias previas y crear unas expectativas en función de lo que estemos viendo. Es decir, lo que vemos ahora mismo se debe a que, en algún momento pasado, vimos algo parecido que nos fue útil. El sistema visual, en realidad, se pierde muchas cosas de las que nos ocurren. En general desechamos hasta el 95% de lo que ocurre a nuestro alrededor. No somos muy eficientes obteniendo información, aunque pensemos que lo tenemos todo controlado. Inventamos lo que vemos rellenando huecos de lo que el cerebro no puede procesar.

Esto ocurre porque los mecanismos neuronales que interpretan lo que nos entra por los sentidos, son los mismos que generan los sueños, las falsas ilusiones y los fallos de memoria. Todo se genera en la misma parte del cerebro.

Además, el cerebro es magnífico haciendo suposiciones ya que lo que tenemos delante de nosotros es un mundo tridimensional, pero lo que se recibe en cada retina es una imagen bidimensional.

Los magos explotan este hecho, es decir, saben que somos nosotros los que creamos la realidad.

Según los autores, «los mecanismos cerebrales que provocan las ilusiones percibidas, las reacciones automáticas e incluso la consciencia misma son lo que definen en esencia quienes somos». Lo mejor de todo es que, este hecho es un producto evolutivo, algo que nos ha ayudado a sobrevivir y llegar a ser lo que somos.

Para crear la ilusión, los magos juegan con la luz y los destellos brillantes. Vemos algo brillante y nuestros cerebro experimenta una adaptación neuronal a esa luz o destello. Cuando el destello desaparece, las neuronas visuales experimentan un efecto conocido como «postdescarga» que hace que la imagen que teníamos en la veíamos permanezca durante una fracción de segundo. El tiempo suficiente para que el mago lleve a cabo su truco.

Otro aspecto de nuestro cerebro con el que juegan los magos nuestra capacidad para detectar el contraste. El contraste es lo que hace que el mundo que observamos tenga límites. Si no hubiera contraste, las neuronas no tendrían nada que decirse entre ellas. De hecho el contraste es muy conocido en el mundo natural y aprovechado no sólo por los magos. El camuflaje de los animales se basa en el contraste, ya que lo que hacen es reducirlo con respecto al fondo en el que se encuentran generando así la ilusión de invisibilidad.



Los magos también aprovechan el movimiento. Exageran los movimientos para que centremos nuestra atención en los mismos y nos olvidemos de lo que realmente están haciendo.

En resumen los magos confunden el sistema visual. Juegan por la luz para provocar el efecto de retención de visión. Juegan con el contraste y el movimiento para generar la ilusión de cambio o de ausencia del mismo, ya que sin movimiento no somos capaces de detectar algo.

Para el debate me gustaría que pensáramos sobre las ilusiones ópticas y la percepción de lo que nos rodea. ¿Se os ocurren ilusiones en nuestro día a día que estén causadas por los mismos fenómenos de los que se valen los magos para generar sus trucos? ¿Tenéis la sensación de que nos perdemos el 95% de lo que vemos? ¿Nos engaña la naturaleza más de lo que creemos? ¿Sois conscientes de lo que nos perdemos y de las ilusiones que tenemos?


¡Gracias!