viernes, 24 de noviembre de 2017

Este fin de semana descansamos

Hola a todos los que os pasáis por #TertuliasCiencia. Lo primero, gracias por acompañarnos.

Hemos pensado que este fin de semana descansamos. Las razonas son varias, pero la fundamental es que muchos de nosotros estamos liados, de hecho cada vez estábamos participando menos en los capítulos (nos íbamos retrasando porque otras obligaciones nos marcan los tiempos).

Por lo tanto, este fin de semana algunos descansamos, pero otros podéis poneros las pilas y "alcanzarnos" (por cierto, el libro permite leer capítulos sueltos, lo decimos porque siempre os podéis animar y uniros a partir de un determinado capítulo).

Y prepararos porque la semana que viene continuamos, estáis todos invitados.

Nota: Recordar que esto es un proyecto abierto a todos, así que si os apetece resumir no lo dudéis: decid él que os apetece resumir y os lo apuntamos... pero no os pidáis ni el capítulo 10 (que lo resumirá @Acc_Science) ni el capítulo 11 (que lo resumirá @hiperionida). Lo dicho, saludos.

sábado, 18 de noviembre de 2017

La cuchara menguante. 9) El pasillo de los venenos: "Ay, ay"


Cuando me decidí a resumir un capítulo en Tertulias Ciencia, cogí el libro y le eché un vistazo a los títulos de los capítulos, ví la palabra veneno y la palabra cadmio y me dije "este es para mí". El cadmio fue el elemento con el que trabajé en mi proyecto fin de carrera. Cinco meses en un laboratorio viendo como una "mosca" agitaba vigorosamente las distintas disoluciones de este metal. Y mientras buscando información del mismo. Cuando leía el capítulo rememoraba toda aquella información plasmada en el proyecto.

No me enrollo más y paso a resumir el capítulo 9: El pasillo de los venenos: "Ay, ay". 

Los elementos que nos encontramos en este capítulo son el Cadmio, Talio, Bismuto, Torio y Americio.

CADMIO:

El cadmio es el elemento más ligero del pasillo de los venenos. Se hizo popular a partir de los hechos ocurridos en una zona del centro de Japón, las minas de Kamioka.
Estas minas se comenzaron a explotar en el siglo VII , extrayéndose metales preciosos. Siglos más tarde se empezó a extraer oro, plata, cobre y plomo. A principios del siglo XX, comenzó la extracción de cinc, debido a la fuerte demanda de este metal para su utilización en aviones, blindajes y munición en la guerra ruso-japonesa y la primera guerra mundial. El cinc se encuentra íntimamente mezclado con el cadmio en la Tierra. El tratamiento que se le daba al metal extraido de la mina, una tostación seguida de un lavado con ácido sulfúrico, conllevaba que con los lodos producidos en el lavado se encontrara cadmio. Estos fangos se vertían en los ríos o sobre la tierra, desde donde se infiltraba hasta llegar a las aguas freáticas.
En 1912 los médicos observaron que algunos arroceros de aquella zona morían a causa de unas nuevas y horrendas enfermedades. Terribles dolores en las articulaciones y en la médula de los huesos, fallo de los riñones y ablandamiento de huesos, eran los síntomas. La incidencia de esta misteriosa enfermedad se disparó durante las décadas de 1930 y 1940 con la expansión del militarismo japonés. A medida que la enfermedad se extendía de un pueblo a otro, pasó a conocerse como "itai-itai" ("ay-ay", en castellano), por los gritos de dolor que soltaban sus víctimas.
En 1946, un doctor de la región, Noboru Hagino, comenzó a estudiar la enfermedad. Al principió pensó que se debía a la malnutrición, pero después, con la ayuda de un profesor de sanidad pública elaboró un mapa epidemiológico y un mapa hidrológico que mostraba en qué lugar depositaba su carga el río Jinzu, río que atravesaba las minas y servía para inundar los campos de cultivo. Tras analizar el grano de la zona, Hagino comprendió que el arroz era una esponja para el cadmio.



Pero, ¿cómo actúa el cadmio en el cuerpo?.
El cadmio puede desplazar al azufre y al calcio en el cuerpo, pero no puede realizar las mismas funciones biológicas, lo que explica que afecte a los huesos de los enfermos. La malnutrición también desempeñaba un papel en la enfermedad ya que, al carecerse de elementos esenciales, las células introducían en sus órganos el cadmio a un ritmo más rápido que en una persona bien alimentada.
Hagino hizo público sus resultados en 1961. Tras litigios con la compañía minera legalmente responsable, en 1972, se comenzaron a pagar indemnizaciones a 178 supervivientes.

TALIO:

El Talio es considerado el elemento más mortal de toda la tabla periódica. El motivo es que puede actuar como Tl+ o Tl 3+ , por lo que puede imitar a muchos elementos y hacerse un hueco en muchos nichos bioquímicos.
En el cuerpo de los animales se cuela a través de los canales iónicos para captar el potasio, a menudo por medio de ósmosis en la piel. Una vez dentro del cuerpo, comienza a descoser enlaces fundamentales de los aminoácidos de las proteínas, inutilizándolas. El problema es que el talio no se para sólo en huesos y riñones, como el cadmio, sino que se mueve por todo el cuerpo, por lo que cada átomo puede producir una cantidad de daños desaforada.
Otra de las razones por las que el talio, al igual que el cadmio, funcione tan bien como veneno, es que se queda en el cuerpo durante mucho tiempo, ya que estos elementos tienen núcleos atómicos que nunca se desintegran radioactivamente.
Anécdota: Durante los años de su obsesión con Cuba, la CIA esbozó un plan para espolvorear los calcetines de Fidel Castro con talco contaminado con talio. A los espías les atraía la idea de que el veneno le provocase la caída del cabello, incluida su famosa barba.


BISMUTO:

El bismuto es un metal blanquecino y ligeramente rosado que al quemarse produce una llama azul y un humo amarillo. Es uno de los poquísimos elementos que se expande al congelarse . Se emplea en pinturas y tintes. El bismuto puede formar unas rocas conocidas como cristales en tolva, con forma de pirámides escalonadas iridiscentes.



El bismuto es un elemento técnicamente radioactivo. Por su posición en la tabla periódica debería ser muy dañino (comparte grupo con el arsénico y el antimonio), y se esconde entre los metales pesados más venenosos. Sin embargo, el bismuto es benigno, incluso medicinal: los médicos lo recetan para aliviar algunas úlceras .
Se puede considerar que el bismuto marca la transición en el pasillo de los venenos entre los venenos convencionales que producen arcadas y profundos dolores y los abrasadores venenos radioactivos.

TORIO + AMERICIO:

David Hahn, joven norteamericano de 16 años, a mediados de la década de 1990, en su deseo por resolver la crisis energética mundial, construyó un reactor nuclear en el cobertizo del jardín de la casa de su madre. Para empezar, aplicó el poco conocimiento que había recabado sobre física nuclear. David había aprendido los tres principales procesos nucleares: fusión, fisión y desintegración radiactiva. Como la fusión necesitaba temperaturas y presiones que no podía reproducir, David se centró en la fisión del uranio y la radiactividad de los neutrones, productos secundarios de la fisión. El uranio estaría rodeado por una envoltura de un elemento más ligero, el torio-232. Su objetivo, perpetuar una reacción en cadena. Tras cada fisión, el torio absorbería un neutrón proveniente de la fisión del uranio convirtiéndose en torio-233. Este isótopo inestable decae por desintegración beta, emitiendo un electrón, convirtiendo después, un neutrón en un protón. Esta adición de un protón lo convierte en el siguiente elemento de la tabla, el protactinio-233, que también es inestable y se transforma en aquello con lo que había comenzado: uranio-233.
De todo el trabajo que hizo , probablemente la parte más sencilla del proyecto fuese conseguir el torio-232. Los compuestos de torio tienen puntos de fusión extremadamente elevados, por lo que las lámparas de torio son comunes en ambientes industriales como las minas.
Pero David no dominaba la física y no contaba con la necesidad de disponer de uranio-235 para irradiar el torio y convertir éste en uranio-233. Inconveniente: el uranio común es sobre todo uranio-238 y el uranio-235 era difícil de conseguir. Por este motivo, instalo un contador Geiger en el salpicadero de su coche, en la búsqueda de este elemento.
Al final decidió abandonar esta estrategia, y construyó una "pistola de neutrones" para irradiar el torio, pero la pistola apenas llegó a funcionar. Para construir su burda pistola empleó americio. El americio es una fuente fiable de partículas alfa. Las partículas alfa hacen saltar neutrones de ciertos elementos.
David, al final, no construyó el reactor, ni siquiera estuvo cerca de conseguirlo.
El resultado de sus experimentos fue una cara salpicada de manchas rojizas , como si sufriera acné agudo.

OTROS VENENOS

Junto con el cadmio, el talio, bismuto, torio y americio, podemos encontrar otros venenos:

  • El mercurio, una neurotoxina. A la derecha del mercurio, en la tabla periódica, el plomo.
  • Los elementos radioactivos: el polonio, el veneno de la era nuclear. Al igual que el talio, provoca la caída del cabello de los afectados. Como ejemplo de envenenamiento por polonio, el del ex agente del KGB Alexander Litvinenko, que fue envenenado con sushi contaminado con polonio en un restaurante londinense. Más allá del polonio está el radón. Como gas noble que es, el radón es incoloro e inodoro y no reacciona con nada. Pero es un elemento pesado , por lo que desplaza al aire en los pulmones y descarga letales partículas radiactivas que conducen al cáncer de pulmón.


PREGUNTAS:

1) No hace falta irnos muy lejos para encontrar un ejemplo del vertido de lodos tóxicos al medio ambiente. En la Región de Murcia tenemos el caso de Portmán, pueblo minero en el que en 1992 cesaron los vertidos al mar de los lodos provenientes del lavado del mineral. Estamos diciendo que cerca del siglo XXI se seguían haciendo vertidos incontrolados en España, teniendo como ejemplo lo ocurrido en las minas de Kamioka. De momento aquí no ha habido ningún caso de enfermedad relacionada con el vertido o quizá si, ¿que pensáis?. ¿Sería útil realizar un mapa epidemiológico con la relación de cáncer en la zona y contrastarla con el resto de España?. ¿Ya está hecho?.

2) He echado de menos en el capítulo a venenos que sólo se nombran como el mercurio y el plomo. Me imagino que saldrán en otros capítulos. La supuesta relación del plomo con el saturnismo y la caída del Imperio Romano, etc. ¿Qué opináis?.

3) Maria Sklodowska y su relación con el polonio. Murió con 67 años, ¿edad tardía para el contacto que tuvo con el material radiactivo?.


Un saludo a todos. Nos leemos en el debate.







sábado, 11 de noviembre de 2017

La cuchara menguante. 8) De la física a la biología

Quiero empezar agradeciendo a Santos Mondejar su esfuerzo la semana pasada resumiendo en un tiempo récord el capítulo que, en principio, estaba asignado a mi. No estoy siguiendo la lectura del libro como me habría gustado y de ahí mi despiste que, afortunadamente, quedó subsanado por la disponibilidad y buen hacer de Santos. Gracias.

Debo confesar algo más antes de pasar a resumir las historias que se cuentan en este capítulo. Empecé a leer este libro con cierto entusiasmo pero también con cierto recelo. Tuve que abandonarlo por razones que no vienen al caso, y no he podido seguir tampoco los resúmenes y discusiones que han tenido lugar aquí. Así que pido disculpas anticipadas por si abro un debate ya concluido o si mi lectura fraccionada me ha conducido a apreciaciones erróneas que no vengan al caso. Pero mi impresión es que el libro -o al menos este capitulo- transmite una visión, en ocasiones, demasiado dulcificada y dramatizada de una actividad muy compleja. Volveré sobre esto más adelante al hilo del tema central alrededor del cual gira este capítulo.

Bueno, al lío. El capítulo de esta semana es el que abre la tercera parte del libro y que se titula “Confusión periódica: La emergencia de la complejidad”. Y ciertamente en este capítulo se empieza a entrever cómo las cosas/disciplinas se complican. Vemos cómo las líneas divisorias ya no están tan claras y cómo la interpretación de las teorías y de los resultados experimentales, otrora lógicos y clarificadores, empiezan a enmarañarse formando una barroca neblina por la que hasta los más avezados navegantes pueden naufragar. Precisamente es la historia de dos insignes exploradores de la tabla periódica la que repasa este capítulo, de sus éxitos y sus pifias (pero que nadie sufra, cada uno de ellos verá recompensado sus esfuerzos con sendos premios Nobel).

               

Emilio Segré y Carlo Perrier       

El primero de ellos es Emilio Segré. Es conocido, además de por sus logros, por su labor didáctica y su libro Núcleos y Partículas es, aún hoy, una maravilla de claridad (aunque su grosor asuste un poco). Segré fue también un gran aficionado a la fotografía y el archivo fotográfico del Instituto Americano de Física lleva su nombre en su honor. El autor narra con cierto dramatismo sus logros y algunas de las dificultades que encontró a lo largo de su carrera. Empieza por un gran éxito, la evasiva historia del elemento cuarenta y tres que Emilio Segré y Carlo Perrier consiguieron aislar en 1937 gracias a la -en cierto modo- serendípica colaboración de Ernest Lawrence. La clave para poder acorralar a tan esquivo elemento estuvo en la radioactividad. Segré reparó en que la escasez del elemento cuarenta y tres era lo que lo hacía tan difícil de encontrar y achacó esta escasez a que prácticamente todos los átomos existentes de este elemento debían haberse desintegrado radiactivamente. De forma más o menos casual Segré tuvo conocimiento de que el acelerador de partículas desarrollado por Lawrence, el ciclotrón, contaba entre sus elementos con hojas de Molibdeno. Estas piezas quedaban activadas (se transformaban en radiactivas) tras haber transcurrido gran parte de su vida útil expuestas al constante bombardeo de deuterones. El ciclotrón se diseñó con el fin de hacer colisionar partículas a gran velocidad (elevadas energías) lo que tenía entre otras consecuencias la generación de reacciones nucleares y la producción de multitud de isótopos radiactivos. Segré asoció -correctamente- esta activación a la presencia, entre otros, del elemento 43, que se habría creado como consecuencia de reacciones nucleares con el molibdeno y estaría desintegrándose. Lawrence cedió algunas de estas hojas de molibdeno activado a Segré que, en colaboración con Perrier, en la universidad de Palermo, consiguieron extraer de ellas isótopos de fósforo, cobalto, zirconio y, más tarde, el ansiado elemento 43. Tras el descubrimiento Segré escribió emocionado una carta a Lawrence en la que decía “el ciclotrón ha demostrado ser una especie de gallina ponedora de huevos de oro” haciendo referencia a la cantidad de logros científicos que estaba haciendo posible. Ciertamente, se trata de uno de los aparatos más fructíferos de la ciencia del siglo XX (pero esa, como decía Moustache, el camarero de Irma la dulce, la película de Billy Wilder, es otra historia…). Segré y Perrier llamaron a este nuevo elemento, no sin cierta disputa previa con la Universidad por motivos nacionalistas (motivos que al parecer nunca pasan de moda), Tecnecio usando la palabra griega technètos, que significa "artificial", por ser el primer elemento producido de forma artificial.

Lawrence (con gafas) junto a uno de sus ciclotrones

Curiosamente, la característica que lo hizo tan esquivo, su corta vida, es de gran importancia para su uso en medicina. El Tecnecio (en particular el isótopo 99mTc, la "m" indica que es un isómero nuclear metaestable) es uno de los radioisótopos más utilizados en medicina nuclear. Se utiliza aproximadamente en un 80% de los procedimientos diagnósticos. Su corta vida nos permite inyectarlo a los pacientes sin que estos permanezcan radiactivos más tiempo del estrictamente necesario para el diagnóstico (su período de semidesintegración es de unas 6 horas, es decir, en 24 horas se desintegran unos quince dieciseisavos). Existen hasta una treintena de radiofármacos basados en el 99mTc usados en estudios funcionales del cerebro, el miocardio, la glándula tiroidea, los pulmones, el hígado, la vesícula biliar, los riñones, el esqueleto, la sangre.

Moderno generador de tecnecio

Resulta también curiosos comentar que en la actualidad el 99mTc que se utiliza en los hospitales se genera, de forma análoga al descubierto por Segré y Perrier, a partir de molibdeno en unos dispositivos denominados generadores de tecnecio. Estos generadores tienen en su interior molibdeno-99 que tiene una vida media de unas 66 horas lo que permite que el dispositivo pueda transportarse a los hospitales. Una vez allí el molibdeno va decayendo a 99mTc con una vida media tan corta que es ideal para su uso en pacientes -como ya se ha comentado- pero hace su transporte imposible. El molibdeno-99 puede ser obtenido por activación neutrónica (n,gamma) del molibdeno-98 en reactores de alto flujo de neutrones (de forma similar al extraído por Segré de las viejas piezas activadas del ciclotrón de Lawrence). Sin embargo, el método más utilizado es a través de la fisión del 235U en reactores nucleares.    

Pero, según el autor, en la vida de Segré no faltan también sonados fracasos y desazones. Entre los que se cuenta su pifia en identificar la fisión del uranio cuando trabajaba como asistente del mítico Enrico Fermi y su posterior error al confundir el neptunio transuránico con un producto de la fusión nuclear.
Linus Pauling

El segundo personaje en el que se centra el capítulo es Linus Pauling. De Pauling se cuenta como su autosuficiencia (en el libro petulancia) lo condujo, a pesar de su perspicacia, a quedar fuera del que es considerado uno de los descubrimientos más importantes del siglo XX: la estructura de doble hélice del ADN. Con esta historia se introduce además la importancia de los avances de la química en la comprensión más profunda de la biología que en cierto modo condujo a la inauguración de la biología moderna. Pauling, al parecer, en un golpe de genio (o de suerte) orientó sus revolucionarios logros en el estudio de la mecánica cuántica de los enlaces químicos al estudio de moléculas orgánicas. Esto le llevó a otra revolución: conectó estructura y función en las moléculas orgánicas, transformando, de paso, también la medicina. La conexión entre la química, la física y la biología era algo latente, algo que flotaba en el aire durante la primera mitad del siglo XX. En 1944, el eminente físico Erwin Schrödinger publicó un libro titulado “¿Qué es la vida?” (editado en españa por Tusquets Editores) en el que se exponían muchos puntos clave para el entendimiento moderno de la biología. La importancia de este libro, no obstante, no gozó (ni goza) de una consideración unánime. Pauling se mostró muy crítico con las tesis que allí se planteaban, mientras que, curiosamente, Watson uno de los que acabarían desentrañando la estructura de doble hélice del ADN era un gran entusiasta del mismo y lo citaba como una importante influencia (más aquí). El capítulo termina con una descripción detallada sobre el traspiés de Pauling con el ADN y los trapicheos (creo que no exagero demasiado) que condujeron a Watson y Crick al éxito y la fama planetaria. Una de cal y otra de arena, Linus Pauling fue uno de los pocos científicos ilustres en negarse a trabajar en el proyecto Manhattan para la desarrollo de las primeras bombas atómicas.
Watson y Crick 

Y vuelvo a lo que comentaba al abrir este resumen. La exposición de estas historias que Sam Kean narra tan hábilmente están presentadas con cierto asombro, ¿pero cómo no pudieron darse cuenta semejantes gigantes de la ciencia, eternos candidatos al Nobel, de los errores que cometieron?, ¿pero cómo pudieron estos grandes prohombres presentar, en determinadas ocasiones, un comportamiento tan mezquino? La narración es alucinada, es una historia de “despistes” increíbles, se nos muestran sus desatinos como obra de personalidades excéntricas o ególatras y a mí esto, lo tengo que decir, me parece un error muy grave en un libro de divulgación. La realidad, no sé si triste o felizmente, es que la ciencia es una actividad que es siempre terriblemente complicada. La historia de estos desatinos constituye el día a día de millones de científicos anónimos. Y es sobre estos desatinos sobre lo que acaban cristalizando las grandes ideas y conceptos que son siempre mutables y están sujetos a una revisión permanente. Los científicos, además, son humanos (¡tachán!) por lo que sus reacciones y sus actos están, en muchas ocasiones (me atrevería a decir que la mayor de las veces) sujetos al capricho más arbitrario.

¿La ciencia narrada al estilo de Hollywood?

Una visión épica de la ciencia, que sin duda puede despertar muchas vocaciones, es también la semilla de la frustración y el origen de malentendidos que, paradójicamente, la pueden alejar de la sociedad. De hecho, la anécdota de Pauling, convertido en apóstol de las vitaminas gracias a su prestigio y autoridad resulta terriblemente ilustrativa sobre el doble filo de en entendimiento popular de la ciencia alejado de su realidad y sus complejidades. Pasa como con las malas películas de Hollywood con obligado happy end, pueden ser entretenidas, incluso edificantes, pero presentan una pobre guía para la vida.

¿Qué os ha parecido a vosotros? ¿Creeis que debe presentarse con sorpresa (y hasta con cierto fastidio) el hecho de que la ciencia sea complicada? ¿Nos os parece que en el fondo hay cierta reticencia, o miedo, por parte del autor de presentar las cosas tal y como son?

sábado, 4 de noviembre de 2017

La cuchara menguante. 7) Se amplía la tabla, se extiende la guerra fría

Me ha llegado el momento de estrenarme en los resúmenes de este libro un poco de improviso pero estoy encantado, como siempre.
He intentado hacer un resumen imparcial, notaréis que no he podido. Y os avanzo que me ha gustado bastante aunque no tengo claro que lo demuestre en el resumen.

El capítulo se centra en el descubrimiento de los últimos elementos de la tabla cuando fue escrito.
Comienza con una anécdota, supongo que muy divertida para científicos americanos, que ilustra la época dorada de la "fabricación" de elementos.
Entrando en materia, el equipo Seaborg - Ghiorso  lideró los avances en este campo hasta llegar a hacer habitual el descubrimiento de un nuevo elemento. Fueron los primeros en aprovechar las bondades del ciclotrón.
Aquí debo resaltar que, siendo reconocida su labor de equipo, sólo uno de ellos tiene un Nobel.
Como es habitual, la suerte tuvo bastante que ver en el rápido ascenso de un científico ya que pudo utilizar los equipos de Mc Millan cuando éste fue requerido por el ejército para los proyectos bélicos relacionados con la 2ª Guerra Mundial. Con ellos Seaborg descubrió el plutonio.
El autor narra la evolución de la búsqueda de elementos desde el bombardeo de neutrones hasta el choque núcleos (cuyos números atómicos sumasen el buscado) pasando por el lanzamiento de partículas alfa.
Y aprovecha para encumbrar a su país por su estilo de investigación, de elección de nombres y su difusión de lo encontrado.
Destaca la descripción detallada del descubrimiento del Mendelevio el cual le sirve de nexo para pasar al lado soviético y situarnos en la Guerra Fría.
Si bien no desprecia el trabajo ruso sí que les atiza un poquito más que a sus compatriotas.
Unos ejemplos:
Lysenko, el agricultor proletario con ideas marxistas sobre cultivos
La contaminación de las minas siberianas
Stalin que se salva un poco por dejar trabajar a los físicos
Flyorov, que sale mal en las fotos

Vuelvo al tema, que me pierdo.
Flyorov reactivó la física nuclear soviética y la puso al nivel de los americanos descubriendo el Dubnio.
Pero los alemanes también se pusieron las pilas y se unieron a la fiesta encontrando el Hasio.
Con tres grupos punteros pronto surgieron desavenencias y disputas sobre los descubrimientos y, por ende, la elección del nombre que es lo que perdura. Intervino la IUPAC repartiendo el mérito y los nombres de forma lo más justa posible. Bueno, una de las partes no estuvo muy de acuerdo y presionó para que sus logros fuesen más reconocidos. Finalmente lo consiguió para "mayor gloria" de los nueve expertos de la comisión.

Concluye el capítulo con el affaire Ninov. Éste, que no era americano sino búlgaro, trabajó en el equipo alemán pero fue tentado por los estadounidenses y puesto al frente de su equipo. Pronto consiguió sintetizar el oganesón pero resultó ser un fiasco ya que había falseado los datos. Por ello se desmanteló el equipo de Berkeley.

Como una especie de juego os dejo un par de puntos de partida para el debate:

Propuesta 1

Comenta la frase que, imagino, pasó por la mente de Sam:
"Nunca habrá en USA un ministro con unas ideas tan retrógradas"(Lysenko)
Y esta otra literal:
"Los americanos se vieron reducidos a viajar a Dubna si querían trabajar con elementos pesados"

Propuesta 2

Compara las dos fotografías del artículo. Sólo para los que han leído el capítulo.
(Sí, ya pido perdón)

Y ya más en serio, pero no mucho, abro otros hilos:
- Mirando los nombres de los nuevos elementos que cierran la tabla, ¿crees que ganaron los rusos?
- ¿Crees que en una colisión de estrellas de neutrones, por poner un ejemplo, se podrían formar elementos transoganesones (era irresistible) como predijo Seaborg?
- ¿Qué es lo que te ha gustado más del capítulo?

Y unos enlace interesantes:
La música de los elementos, que me ha llevado a
Elements (los conocidos hasta ese momento en Harvard), no conocía la original.
Más investigaciones fraudulentas

Buen finde y mejor semana